La cultura castrense abarca en Galicia un largo período de tiempo que va desde la Edad de Hierro (S.VI a.C.) hasta el S. VI d.C.
En palabras de Florentino Cuevillas los Castros serían “Recintos fortificados de forma oval ou circular, provistos de un ou varios muros concéntricos, precedidos do seu correspondente foxo, e situados, os máis deles no cume de outeiros e montañas”
Desde la antigüedad se sostuvo que los habitantes de los castros fueron los celtas, pueblo procedente de las orillas del Caspio y del Cáucaso, y que nos trajeron la técnica del hierro, mito este del celtismo que encontró grandes defensores en Murguía y en los historiadores de su generación. Hoy ya no debemos mantener la exclusividad celta de la población de los castros, y habría que considerarla como fruto de una mezcla racial entre el elemento autóctono y los recién llegados celtas.
En Marín tenemos castros en A Subidá (Sete Espadas – Mogor), Castelo Barbudo (Pardavila-San Xulián), el Castelo (Ardán), y posibles asentamentos de castros en Pedreiras (O Campo), Penizas (Currás), Sobareiro (Loira), y Castro (Seixo).
De todos ellos destacaremos el de A Subidá, que pasa por ser el mejor conservado a pesar de las múltiples agresiones que sufrió. Se trata de un asentamiento castrense bastante romanizado y que podríamos situar entre los siglos I y IV d.C, con una economía basada en una fuerte base agrícola y ganadera complementada por la caza, pesca y el marisqueo. A finales del s. XIX conservaba partes aún de su doble recinto amurallado, y a principios del s. XX aún se tenían en pie algunas de las viviendas circulares. La riqueza de materiales era tanta que practicamente no hacía falta ni excavar para encontrar restos.
Muchos de estos restos se encuentran hoy en el Museo Provincial de Pontevedra, pero de otros muchos, fruto de las excavaciones furtivas e incontroladas, nunca más se supo.